Pena, dolor, tristeza, son los sentimientos que por estas fechas de la Semana Santa,… decía nuestro maestro de la “Academia Aller” de Moreda, que así era el encabezamiento de todas las redacciones que se podían enfocar bajo cualquier prisma pesimista, porque aunque la visión de todos o casi todos los educandos no podía ser otra que el optimismo de toda una vida por delante o cómo se empleó con más asiduidad en las siguientes generaciones, "ver la botella medio llena", la acuñación de este encabezamiento era algo así como inevitable.
Después de nueve lustros, no podemos consentir que el repiqueo de tantas campanas agrietadas por el tiempo, nos traigan el recordatorio de épocas pretéritas, y sin embargo, hoy nos toca vivir mucho más que el meneo de los badajos, el aporreamiento de multitud de tambores a modo de tán-tán o “Hare Krishna”, de muchísimos españoles que supeditan la ideología y el amor de partido político, a otras consideraciones inteligentes, pragmáticas y de sentido común.
Claro, -pena- por no “votar” en voz alta una gran mayoría de ciudadanos, tratando por todos los medios de acallar a tantos mediatizadores que asomándose ininterrumpidamente a los medios de difusión, (siempre son los mismos), forman subrepticiamente y con gran cinismo, la división de esta inveterada España también de nuestros días.
También, -dolor- ya que, con esta forma de proceder, donde un partido político que gobierna, trata de eliminar por todos los medios a aquel que la ciudadanía le ha otorgado casi los mismos votos, y nos aboca a la discriminación más exacerbada para un colectivo de españoles que viven y trabajan en esa periferia absurda y que no son precisamente las provincias Vascongadas y Cataluña, (hoy se habla precisamente de Asturias como región de segunda). Cada día que pasamos por el kiosco o nos asomamos a los periódicos digitales, leemos como los pactos con estas minorías nos traen el descalabro económico para el resto de los 21 millones de votantes, donde, una gran mayoría ni somos ni seremos “percusionistas de bombos politizados”, pero sí demandantes de posiciones políticas rigurosas, donde el único pacto posible sea el común denominador de todos los españoles.
Sí, -tristeza- porque bajo ningún concepto podemos asumir que este sentir tan poco acorde en nuestro tiempo, esté instaurado por nuestros representantes en las dos Cámaras.
Propongo una reflexión para que las minorías nacionalistas tengan el peso que les corresponderían de acuerdo al plebiscito establecido y sin mover un ápice lo establecido en la Constitución, -aumentar el número de diputados suficientes para corregir lo que muchos creemos es un problema-, no nos puede valer las declaraciones de un exegeta presidente, que no hace mucho en una emisora de televisión, a la pregunta del presentador “porqué no se podía hacer en España un gran pacto para gobernar con el partido de la oposición”…, recuerdo que su respuesta fue tan simple, cómo que, "no hay experiencia en nuestro País".
