Cuando los ejércitos turcos sitiaban la ciudad de Constantinopla, la antigua Bizancio, y las tropas del sultán Mohamed II estaban a punto de romper tras varios años de lucha las defensas consideradas inexpugnables, en el interior de la ciudad se celebraban reuniones de sabios religiosos y seglares, presididos por el propio emperador, para discutir sobre arduos problemas teológicos, que habían preocupado siempre a los estudiosos de aquel extremo de la cristiandad: ¿tienen sexo los ángeles?... Y cayó Constantinopla, desapareciendo para siempre el imperio romano que había durado 2.200 años. Desde entonces se habla de discusiones bizantinas para referirse a las que no tienen sentido o pretenden distraer la atención de asuntos más importantes.
Después de seis siglos y ahora en el otro extremo del continente, cuando la crisis económica sitia a la España con proyección laica por mor de un presidente mediocre, ideólogo trasnochado e inepto en materia económica, las tropas ahora llamadas “los mercados” están desgastando un día sí y otro también ésta llamada Democracia, y a pesar de los aliados de la UE que tratan por todos los medios introducir recetas para taponar la sangría de parados, déficit público, encarecimiento de la deuda…(4.600.000 parados, 3.000.000 funcionarios, medio billón de endeudamiento), pues bien, este emperador mentecato rodeado de mediocres ministros, jefes de ugt y ccoo y otros apoyos de ejércitos de titiriteros, nos envuelven una vez más en discusiones bizantinas tratadas en foros universitarios y demás ágoras para hablarnos esta vez de las “garzonadas” y los falangistas, “garzonadas” referidas a un juez estrella rodeado de luces y sombras, y los segundos como decimos en mi tierra, “tos ellos caben en un carru de paya”.
Al margen de todo ello, un apunte sobre lo que se está debatiendo hoy en tertulias de radio y televisión concerniente a la reducción del déficit del Estado e imputando a los más débiles, de manera especial a los funcionarios, pues bien, el problema de la función pública no es el sueldo de los funcionarios, que a mi juicio es más bien bajo, si no el número de ellos, durante estos últimos años ha crecido de una forma alarmante y no en la sanidad y la enseñanza, sí en la cantidad de enchufados que esta clase parasitaria de políticos con el nepotismo que les caracteriza, ha llenado las autonomías y diputaciones provinciales.
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